martes, 8 de mayo de 2012

Entrevista a Sacheri sobre "La pregunta de sus ojos": adaptación
 y repercusión del traslado de su obra al cine

Por: Matías Repar (REVISTA Ñ)

Eduardo Sacheri: "Mis personajes se complejizaron con la mirada de Campanella"

El autor de la novela sobre la que se basó El secreto de sus ojos dice que sabe que su escritura es cinematográfica aunque nunca escribió pensando en la pantalla grande. Y que la llegada de su historia a mucha gente le resulta algo "extraordinario".


DEL LIBRO A LA PANTALLA. La novela la imaginé en términos estrictamente literarios. En varias ocasiones, me han dicho que mi narrativa es muy cinematográfica, pero desconozco las razones", explica un pudoroso Sacheri.

"¿Y si este es el mejor final para su libro? Chaparro acaba de terminar de contar su segundo encuentro con Morales en el copetín de Plaza Once. Ayer. Y siente la tentación de culminar aquí la historia que esta contando. Ha sudado a mares para conducir su relato hasta este sitio. ¿Porque no darse por contento? Ha contado el crimen, la pesquisa y el hallazgo. El malo esta preso y el bueno esta vengado. ¿Porque no concluir con este final feliz y ya?" El párrafo, se lee a la mitad de "La pregunta de sus ojos", la novela que Eduardo Sacheri (Buenos Aires, 1967) publicó en 2005. Antes, sus relatos cortos sobre fútbol ("Esperándolo a Tito y otros cuentos de fútbol", "Te conozco, Mendizábal y otros cuentos" y "Lo raro empezó después"), retomaban la tradición de Soriano, Cortázar, Benedetti y Fontanarrosa, captando la atención de Juan José Campanella. El director, terminaba El Hijo de la Novia y quería llevar alguno a la pantalla grande, pero Luna de Avellaneda se puso en el camino, y la historia del profesor y licenciado en Historia, que ejerce la docencia universitaria y secundaria, ya era otra: Un prosecretario en un juzgado de instrucción, se jubila para ser escritor. La causa que treinta años atrás llegaba a su despacho -por el homicidio de una chica-, se reabre como su primera novela, en la cual intenta cerrar un amor secreto que lo obsesiona, tanto, que hasta cree entender la mente del homicida. Campanella y Sacheri trabajaron juntos en la adaptación, y el resultado fue el guión de El Secreto de sus ojos, el film que se estrenó el pasado 13 de agosto, amenazando marcar otro antes y después en la historia que hoy es reeditada a partir del éxito de la película.

–¿Escribió la novela pensando en términos cinematográficos? ¿Consideraba la posibilidad de que se convierta en película?
–No. La novela la imaginé en términos estrictamente literarios. En varias ocasiones hemos conversado con gente de cine que comenta, como una característica de mi narrativa, el hecho de ser muy cinematográfica, pero desconozco las razones y los alcances de esa caracterización.

–Es muy común que un autor no quede conforme con la versión cinematográfica de su obra. ¿Seria su caso si no hubiera trabajado junto al director en el guion? ¿Como vivió todo ese proceso?
–Fue algo largo y laborioso. Con Juan estuvimos más de un año escribiendo y reescribiendo. No fue un trabajo fácil porque se trata de convertir un lenguaje en otro, ni más ni menos. Y en esa adaptación hay cambios imprescindibles. De todas maneras, trabajar con Campanella fue muy provechoso para mí. No solo por lo que aprendí, sino por la enorme sencillez que le puso a ese trabajo. Discutimos, acordamos, polemizamos, y en ningún momento sacó el ancho de espadas de tirarme sobre la mesa su prestigio y su trayectoria.

–De sus relatos cortos en torno al fútbol, a esta novela policial ¿que elementos de su narrativa permanecen intactos y cuales se han modificado?
–Supongo que a lo largo de los libros que llevo publicados, hasta ahora cuatro libros de cuentos y dos novelas -la otra es "Araoz y la verdad"- de uno a otro hay modificaciones, cambios, acentos que se van corriendo de un lado a otro. Claro que escribir una novela presenta dificultades propias, y si tuviese que sintetizarlas diría que no es lo mismo mantener la tensión narrativa a lo largo de diez o quince páginas, que en trescientas. Y si tengo que buscar una continuidad, creo que es la exploración de la cotidianidad de los personajes. Y que el desafío literario sea rastrear lo que hay de excepcional en esas vidas comunes.

–Respecto a la trama, usted dijo que mas que un policial, se trata de una "reflexión sobre el castigo". ¿ Podría haber adquirido esa perspectiva sin la experiencia de haber trabajado durante varios años en un juzgado?
–No quiero abundar demasiado en cosas que tienen que ver con las vueltas de rosca que tiene la propia trama de la novela y de la película, pero es cierto que la historia que contamos trasciende la estructura básica de un policial. Incluye otras cosas, se mete en otros registros. En cuanto al ámbito judicial, que sirve de marco a la historia, soy consciente de que lo obtuve de mis años como empleado de un Juzgado. De otro modo me hubiese sido muy difícil recrear esa atmósfera, sus tipos humanos, sus ritos.

–El género policial evolucionó hacia formas más complejas, que involucran a la descripción de la sociedad en general, sus partes más oscuras, y los tipos de personas que prosperan en esos ambientes. ¿Como articula esa noción en su novela con la idea del castigo?
–Creo que a nuestra sociedad le cuesta bastante convivir con la noción de la ley. En general, más allá de períodos históricos o de ámbitos de aplicación, o de no aplicación de la ley. Pero no sé, y ese no sé es casi un eufemismo de mi descreimiento, sospecho, si somos un pueblo dispuesto a acatar la ley, a respetarla por encima de nuestros deseos y conveniencias personales. Te lo ejemplifico con algo: el comportamiento vial de los argentinos. Vernos manejar en la calle y en las rutas me resulta deprimente. El grado de indolencia, de egoísmo criminal que ponemos en práctica me hace concluir en esta idea funesta de que muchos argentinos parecemos dispuestos a considerarnos por encima de toda forma de ley. En otras palabras, a sentirnos muy por encima de nuestro prójimo.

–Usted dijo en una entrevista reciente que en la Argentina la literatura esta alejada de la gente. ¿De que modo cree que esa brecha aumenta o disminuye?
–No querría ser tan concluyente. No soy quién para hablar de "la" literatura. Sí creo que existen ciertas simplificaciones abusivas que tienden a asociar la sencillez con la masividad ramplona y la complejidad con el verdadero espíritu del arte más genuino. Me limito a descreer de esas asociaciones. Creo que la complejidad de la literatura debería radicar sobre todo en la multiplicidad de contactos que le permita al lector. Contactos con otras lecturas, con su propia interioridad, con los otros. En ocasiones me parece advertir que, para algunos, la forma más loable de la complejidad es el hermetismo. Un autor que se contempla el ombligo y un lector condenado a esa contemplación del ombligo ajeno. Seré imperdonablemente profano, pero no me satisface esa concepción. Ni como autor ni como lector.

–Varios de sus relatos fueron incluidos en programas de promoción de lectura del Ministerio de Educación y se distribuían, entre otros espacios, en canchas de fútbol. Su idea de que hoy el autor debe ir detrás del lector, se presenta novedosa y hasta necesaria ¿Que lo llevo a esa conclusión?
–Más allá de mi labor como escritor, cuatro mañanas a la semana sigo siendo profesor de historia en escuelas secundarias. No soy quién, ni es este el espacio, para diagnosticar los múltiples problemas que aquejan a la educación en nuestro país. De lo que sí estoy seguro es de que en nuestras escuelas se lee poco. Ojo, se lee poco en las escuelas porque los docentes leen poco, del mismo modo que los médicos leen poco, los policías leen poco, los bancarios leen poco y los pilotos aeronáuticos leen poco. Es decir, leemos poco. Décadas atrás fuimos uno de los países más lectores de América Latina. Hoy por hoy, la lectura parece una práctica trasnochada y a contramano. Sin embargo, los que todavía la cultivamos sabemos que es hermosa e irreemplazable. ¿Cómo hacer para que quienes hoy no leen mañana lean? La única respuesta que se me ocurre es compartir. Compartir la práctica para contagiar el amor. Y los libros tienen que salir al cruce de la gente donde sea. En las salas de espera, en los vagones del subte o en las canchas. Por supuesto que también en las aulas. Pero no sólo en ellas. Vuelvo a decirlo, el amor se aprende. Y con la lectura, del mismo modo que con el amor, mejor se ejecuta cuanto más se practica.

–Si el éxito de la película se traduce en las ventas del libro, podríamos decir que el cine es otro medio para promover la lectura. ¿Que siente con todo lo que esta ocurriendo en torno a su historia?
– Es una sensación rara, extraordinaria, en el sentido más genuino de esa palabra. Porque sale absolutamente de las situaciones cotidianas. Que esos personajes que uno pensó tiempo atrás en la soledad de su propio trabajo, y que después se hicieron más complejos al incorporarles la mirada de Juan, ahora cobren vida en imágenes y sonidos, y que en pocos días miles y miles de personas tomen contacto con ellos y los incorporen a sus propias vidas... no sé, es una experiencia muy difícil de expresar en palabras.

Fuente: http://edant.revistaenie.clarin.com/notas/2009/08/18/_-01980156.htm
Entrevista a Eduardo Sacheri
(aquí se destaca la visión de "la verdad" como temática general de las novelas de este escritor y su preferencia en la lectura personal de dos escritores argentinos comptemporáneos)

EC: En números anteriores de Evaristo Cultural publicamos un fragmento de tu reciente novela Aráoz y la verdad. Tanto en ésta como en La pregunta de sus ojos la búsqueda de la verdad, o de diversas verdades, se transforma en un leit motiv que opera desde lo policial detectivesco hasta la odisea existencial. ¿Estamos frente a una de tus obsesiones como escritor? ¿Existe la verdad? ¿Se puede alcanzar?

ES: Sí, es probable que la búsqueda de la verdad sea una de mis obsesiones. Tal vez el mío es un planteo un tanto platónico, pero pienso que sí, que la verdad existe, aunque nuestros medios humanos para alcanzarla son escasos, imperfectos, insuficientes. Creo que vivimos intentando encontrar verdades, aún a sabiendas de que la verdad como concepto se nos escapa inevitablemente. Creo que sentirnos en posesión de la verdad, o de cierta clase de verdad, aunque sea imperfecta, nos reconcilia con nuestro lugar en el universo.

EC: ¿Pensás que alcanzamos a realizar una buena lectura de la "verdad" en cuanto a la historia argentina contemporánea?

ES: No. Creo que no. Creo que los argentinos nos debemos mucho diálogo, mucha revisión, mucha discusión sobre nuestro pasado reciente. Me parece que seguimos pendulando entre visiones maniqueas de la realidad. Visiones cómodas, de buenos y malos, de héroes y villanos. No importa en cuál de los platillos de esa falsa balanza nos ubiquemos. Creo que tendemos a simplificaciones abusivas.

: ¿El panorama narrativo actual? ¿Qué autores te parecen más interesantes?

ES: Sin pretensiones de ser exhaustivo, Marcelo Birmajer o Guillermo Martínez son autores jóvenes que disfruto leer. Aunque en estos días me estoy dando una panzada releyendo novelas de Graham Greene. Soy un lector voraz. Me da mucho placer serlo.

Fuente:


Nuevos escritores: la literatura post-crisis


En la segunda mitad de la década de 2000, comenzó a consolidarse una nueva generación de escritores (narradores y poetas), al mismo tiempo que surgen nuevas voces con escrituras más breves, experimentales y publicadas algunas a través de Internet, en coincidencia con la aparición del formato del blog. A este movimiento se lo denominó Nueva Narrativa Argentina y comienza a tomar notoriedad pública a partir de 2004, con la publicación de la antología La joven guardia, que significa la primera publicación para una buena cantidad de nuevos autores y la presentación en sociedad de una generación caracterizada por la autogestión y la organización de lecturas públicas, reivindicando el rol de la literatura como un acto colectivo. Tras la crisis de 2001 y la impronta nacionalista y de corte popular de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, esta nueva generación parece haber dejado atrás algunas de las temáticas más marcadas de la literatura post-dictadura, aunque todavía mantiene un hilo vincular con la generación de los '90. Hacia 2011, la publicación de Los prisioneros de la torre, ensayo de Elsa Drucaroff sobre la literatura argentina post-dictadura, significa la primera legitimación académica de los narradores de La joven guardia y del movimiento literario que generó. Al mismo tiempo, parece colocar un primer límite temporal a dicho movimiento y sienta las bases para el reconocimiento de la existencia de una nueva generación: la "nueva nueva narrativa". Aún poco visible en un campo literario que recién termina de descubrir la "nueva generación" anterior, se presenta como un movimiento colectivo y de participación donde la influencia de la dictadura parece haberse reducido para darle lugar a una literatura con un compromiso político renovado, donde también aparecen con fuerza la autobiografía, la influencia de los medios de comunicación, el uso de drogas, un fuerte vínculo con las redes sociales, la adaptación a las nuevas tecnologías y una mirada lúdica acerca de la realidad, dentro de un marco crítico pero sin la desesperanza que teñía el espíritu de las generaciones inmediatamente anteriores.



¿Qué estoy leyendo?
Estoy leyendo “La pregunta de sus ojos” del escritor argentino Eduardo Sacheri, quién nació en Castelar, Provincia de Buenos Aires en 1967 y comenzó a escribir a mediados de los 90, se destacaron sus relatos futboleros que encontraron una amplia audiencia gracias a la difusión que hizo de ellos Alejandro Apo en su programa “Todo con afecto”, que se emitía por Radio Continental.

Sacheri no es un autor clásico ni best-seller y mucho menos un long-seller, pero la novela escrita por él y publicada en 2005, “La pregunta de sus ojos” fue el texto en que se basó la película de 2009 “El secreto de sus ojos” , que se convirtió en el film argentino más exitoso de ese año y uno de los más taquilleros de la historia del cine nacional, con más de dos millones y medio de espectadores, y en 2010 se convirtió en la segunda película argentina en ganar el Óscar a la mejor película extranjera, después de La historia oficial.

El libro que estoy leyendo de este escritor es el más conocido de su autoría, sus primeros libros tenían íntegramente como temática al fútbol pero luego expandió sus horizontes literarios a partir de “La pregunta de sus ojos”.

La historia de “La pregunta de sus ojos” está situada en 1999, en Buenos Aires, pero es contada en forma de relato en junio de 1974, aunque transcurren partes en otros tiempos, muy cercanos (durante la dictadura militar que comenzó en 1976 y finalizó en 1983) y no tanto (por ejemplo en 1996 Chaparro recibe una carta de Morales).

Entrevistas a Sacheri



Bibliografía: