martes, 8 de mayo de 2012

Entrevista a Eduardo Sacheri
(aquí se destaca la visión de "la verdad" como temática general de las novelas de este escritor y su preferencia en la lectura personal de dos escritores argentinos comptemporáneos)

EC: En números anteriores de Evaristo Cultural publicamos un fragmento de tu reciente novela Aráoz y la verdad. Tanto en ésta como en La pregunta de sus ojos la búsqueda de la verdad, o de diversas verdades, se transforma en un leit motiv que opera desde lo policial detectivesco hasta la odisea existencial. ¿Estamos frente a una de tus obsesiones como escritor? ¿Existe la verdad? ¿Se puede alcanzar?

ES: Sí, es probable que la búsqueda de la verdad sea una de mis obsesiones. Tal vez el mío es un planteo un tanto platónico, pero pienso que sí, que la verdad existe, aunque nuestros medios humanos para alcanzarla son escasos, imperfectos, insuficientes. Creo que vivimos intentando encontrar verdades, aún a sabiendas de que la verdad como concepto se nos escapa inevitablemente. Creo que sentirnos en posesión de la verdad, o de cierta clase de verdad, aunque sea imperfecta, nos reconcilia con nuestro lugar en el universo.

EC: ¿Pensás que alcanzamos a realizar una buena lectura de la "verdad" en cuanto a la historia argentina contemporánea?

ES: No. Creo que no. Creo que los argentinos nos debemos mucho diálogo, mucha revisión, mucha discusión sobre nuestro pasado reciente. Me parece que seguimos pendulando entre visiones maniqueas de la realidad. Visiones cómodas, de buenos y malos, de héroes y villanos. No importa en cuál de los platillos de esa falsa balanza nos ubiquemos. Creo que tendemos a simplificaciones abusivas.

: ¿El panorama narrativo actual? ¿Qué autores te parecen más interesantes?

ES: Sin pretensiones de ser exhaustivo, Marcelo Birmajer o Guillermo Martínez son autores jóvenes que disfruto leer. Aunque en estos días me estoy dando una panzada releyendo novelas de Graham Greene. Soy un lector voraz. Me da mucho placer serlo.

Fuente:


Nuevos escritores: la literatura post-crisis


En la segunda mitad de la década de 2000, comenzó a consolidarse una nueva generación de escritores (narradores y poetas), al mismo tiempo que surgen nuevas voces con escrituras más breves, experimentales y publicadas algunas a través de Internet, en coincidencia con la aparición del formato del blog. A este movimiento se lo denominó Nueva Narrativa Argentina y comienza a tomar notoriedad pública a partir de 2004, con la publicación de la antología La joven guardia, que significa la primera publicación para una buena cantidad de nuevos autores y la presentación en sociedad de una generación caracterizada por la autogestión y la organización de lecturas públicas, reivindicando el rol de la literatura como un acto colectivo. Tras la crisis de 2001 y la impronta nacionalista y de corte popular de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, esta nueva generación parece haber dejado atrás algunas de las temáticas más marcadas de la literatura post-dictadura, aunque todavía mantiene un hilo vincular con la generación de los '90. Hacia 2011, la publicación de Los prisioneros de la torre, ensayo de Elsa Drucaroff sobre la literatura argentina post-dictadura, significa la primera legitimación académica de los narradores de La joven guardia y del movimiento literario que generó. Al mismo tiempo, parece colocar un primer límite temporal a dicho movimiento y sienta las bases para el reconocimiento de la existencia de una nueva generación: la "nueva nueva narrativa". Aún poco visible en un campo literario que recién termina de descubrir la "nueva generación" anterior, se presenta como un movimiento colectivo y de participación donde la influencia de la dictadura parece haberse reducido para darle lugar a una literatura con un compromiso político renovado, donde también aparecen con fuerza la autobiografía, la influencia de los medios de comunicación, el uso de drogas, un fuerte vínculo con las redes sociales, la adaptación a las nuevas tecnologías y una mirada lúdica acerca de la realidad, dentro de un marco crítico pero sin la desesperanza que teñía el espíritu de las generaciones inmediatamente anteriores.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario